Artículo publicado por VICE México.
Antes de ser conocido en Italia como “el rey del lúpulo”, Bruno Carilli tuvo que dejarlo casi todo para dedicarse durante diez años a experimentar diario con infinidad de aguas, levaduras y maltas para hacer cerveza artesanal.
Desde ahí han pasado casi dos décadas. Hoy es uno de los artesanos de la bebida más importantes en uno de los países con mayor cultura vinícola; tiene 57 años y es dueño del emporio Birra Toccalmatto: la única cervecería de Italia —y de las pocas en el mundo— en recibir 100 de 100 puntos en RateBeer, un importante foro internacional de calificadores expertos.
El hombre se considera un loco. Y eso se nota en sus cervezas. El lema de la marca es “The Beer Freak Show” —el show de las cervezas 'fenómeno'—, y no hay mejor forma para definir los estilos que produce que esa. Beber algo que provenga de la fábrica de Carilli obliga a comprobar que verdaderamente hay algo de fenomenal en la cerveza, pero más en él.
Acompañamos a Carilli a la bodega de un amigo suyo en la capital mexicana, donde había un auto clásico italiano que siempre había querido manejar. El cervecero decidió visitar la CDMX porque había escuchado hablar de la calidad de las cervezas artesanales que actualmente se producen en el país, y decidió venir a probarlas. De paso, nos contó su historia.
El origen de la locura
El hombre se acomoda frente al volante de un Maserati rojo modelo México, del que sólo se produjeron 484 unidades en 1967. Y al tiempo que lo enciende y pone a prueba el motor, se acomoda los lentes y cuenta que antes de decidirse por la cerveza intentó hacer quesos, así como que la palabra con la que bautizó su empresa no es producto de la casualidad.
Carilli es un personaje de muchos matices que explican su creatividad. Ama la música en general, pero con especial frenesí al rocanrrol, pues fue DJ de una estación de radio local cuando era joven. Tampoco podría explicarse a sí mismo sin entregarse todos los días al placer de una coratella —un plato con cordero y vegetales—, o de un espagueti hecho en casa con salsa de trufa, o de cualquier buen vino.
"Por eso me gusta México, y por eso también pretendo que pronto pudieran producirse aquí mis cervezas. Creo fervientemente que los italianos y los mexicanos nos parecemos mucho: desde la bandera, hasta el carácter. Pero hay algo que sobrepasa todas las similitudes: unos y otros sabemos bien cómo disfrutar la vida", afirma, sin quitar la vista del horizonte que ofrece el rehabilitado parabrisas del auto.
Ollin Velasco https://ift.tt/2JxxzWM
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