Artículo publicado por VICE Colombia.
Llegar al barrio Galerías un viernes por la noche es así: música de todos los géneros retumbando con cada paso que uno da; hordas de personas entaconadas y vestidas para la rumba; pregoneros de la mejor discoteca que te abordan mientras caminas; comida de todo tipo ofrecida en la calle, al lado de los andenes o sobre ellos. Así fue mi encuentro con Lucy Marleny Arcos, una chocoana de 46 años, que lleva 15 vendiendo sancocho de su tierra en las calles de Bogotá. Junto a Rocío, su comadre —como la llama ella—llega todos los viernes y sábados a vender platos y platos de sopa y pasteles de arroz tradicionales del Chocó, de donde vienen las dos.
Entre salsa, champeta, chirrimía y currulao, la encontré al lado de Pachanga y Pochola, una discoteca situada en la carrera 27 con 53, en una mesa de plástico que sostiene una olla enorme repleta del caldo chocoano de los dioses. Este caldo, su especialidad, es el sancocho chocoano —que a primera vista, pensé que iba a ser de pescado—, de pollo o carne (dependiendo del día) y siempre, sin falta, con queso costeño al fondo, como una cama deliciosa. Lucy también vende los típicos pasteles de arroz, una especie de tamal que viene con pollo y un guiso especial y su horario va de 9:30 de la noche a 3 o 4 de la mañana.
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