Artículo publicado por VICE México .
Abortar nunca es, ni será fácil. En México, el único lugar donde puede hacerse legalmente es en la Ciudad de México y, aunque para muchas mujeres aún es un gran dilema, cada vez hay más y mejores opciones para que lo hagan acompañadas y de forma segura. Incluso cuando viven lejos de la capital.
Gabriela Carrera es un ejemplo de este caso. Nació, creció y ha estado toda su vida en la ciudad de Puebla. Dice que su familia y círculos cercanos son bastante conservadores, y que por eso dudó tanto antes de decidir practicarse un aborto.
“Se trata de una ciudad tan cerrada y tan chiquita que todo se sabe y se criminaliza apenas sale de los estándares de buen comportamiento que nos enseñan desde que somos niñas. Además, las amigas a las que les conté me decían que conocían a otras chicas a las que les habían realizado intervenciones súper traumáticas, súper dolorosas y peligrosas. Obvio, en clínicas clandestinas. Yo estaba aterrada”, cuenta Gabriela.
Luego de buscar durante días en internet todas las opciones con las que contaba, encontró los teléfonos de un par de establecimientos legales para practicárselo en la Ciudad de México. No dudó en llamar, en elegir uno privado y esperar hasta su cita.
“Una tía, con la que tengo toda la confianza del mundo, me acompañó. No me gusta la capital, pero no había de otra. Además, está relativamente cerca de donde vivo. Entré a la clínica, me realizaron el procedimiento mientras yo estaba completamente sedada y salí caminando. No me hubiera animado sin mi tía. La verdad sí tenía mucho miedo de hacerlo”, asegura.
Los saldos positivos del aborto
El caso de Gabriela fue afortunado, porque contaba con el apoyo de alguien de su familia, así como con recursos económicos para realizarse la interrupción legal del embarazo (ILE) en una clínica privada. No obstante, cuando no es así también existen muchas opciones para que el procedimiento se lleve a cabo sin riesgo.
Sofía Garduño es coordinadora del Fondo MARIA, una organización que da apoyo financiero, emocional y logístico a mujeres que no cuentan con recursos suficientes para poder acceder a los servicios de aborto legal disponibles en la CDMX, y asegura que nunca dejan solas a quienes solicitan sus servicios.
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Garduño dice que tratan de ser muy empáticas con estas chicas, pues entienden que, sin importar de dónde provengan, ellas han de cubrir el precio de los transportes a la capital; gastos de movilidad dentro de ella; el costo del procedimiento, en caso de realizarse de forma privada, lo cual implica pagar entre 3 mil 500 y unos 8 mil pesos —en una institución pública es gratuito—, así como comidas y hoteles, si necesitan reposar y quedarse más días.
En estos casos, lo que hace MARIA es un breve estudio socioeconómico para identificar las condiciones en que se encuentra la solicitante de sus servicios y, dependiendo de eso, deciden de qué forma se les puede apoyar. Cuando lo amerita, incluso se les han cubierto todos los gastos, y se les provee de acompañamiento físico y psicológico en las distintas etapas del procedimiento, y del seguimiento del mismo.
“Algo que nos alienta mucho es que en algunos casos nos ha tocado dar acompañamiento a chicas que llegan muy temerosas e inseguras a la capital y que, una vez que les damos la opción de valerse por sí mismas para llegar a las clínicas, así como para regresar a sus estados, nos cuentan que se sienten más empoderadas, más fuertes y autosuficientes. Esas son los saldos positivos de un aborto”, dice Garduño.
Pero igual que esta organización, existen muchas más opciones en otras instituciones no gubernamentales. La cuestión radica, según Garduño, en la disposición para pedir ayuda y el conocimiento de la situación que tengan las mujeres interesadas en realizarse la interrupción legal del embarazo.
En el caso de los centros certificados de carácter público, no habrán más que mostrar su identificación oficial, llenar algunos formatos, presentarse con antelación, así como llevar estudios de sangre y algunos aditamentos de higiene que pudieran ser necesarios. Para las privadas es aún menos complejo: sólo deben acreditarse como mexicanas, pasar a una consulta previa y firmar cartas de responsabilidad.
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Tanto Gabriela Carrera como Sofía Garduño coinciden en algo: el tema del aborto debería desmitificarse y extenderse legalmente a todos los estados del país.
“Hay que quitarle a la práctica el mito de que es peligrosa, cara y socialmente reprobable. Afortunadamente ahora las mujeres pueden elegir entre muchas opciones, sin necesidad de exponerse. Sólo hace falta que tomen una decisión responsable y que le pierdan el miedo a pedir ayuda”, asegura Garduño.
Ollin Velasco https://ift.tt/eA8V8J
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