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jueves, 25 de octubre de 2018

Ese pañuelo que llevas ahí

Artículo publicado por VICE Colombia.


Un gorro fucsia tejido, que a su vez se convierte en cerca de 500.000 personas en Washington DC. En febrero de 2017 TIME saca ese mismo gorro, fucsia, en portada; al igual que el New Yorker, que saca su versión de Rosie, la remachadora con ese mismo gorro en su cabeza. ¿Qué el fucsia, familiar del rosado, siempre se ha asociado al estereotipo de la feminidad, mientras que el azul significa masculinidad? Si combinamos ambos colores resulta el violeta, que ha sido el color de la lucha feminista; con ese color hay un pañuelo que dice ‘NI UNA MENOS’. El pañuelo mismo de las Madres de la Plaza de Mayo, que usaban pero blanco como los pañales que utilizaron con sus hijos desaparecidos por la dictadura; un pañuelo así, heredero, pero verde, desde que la Ley de aborto llegó al Senado argentino y las chicas se aliaron con el pañuelo verde aborto que una página completa del New York Times replicó con un ‘adiós’ dedicado al gancho de metal y la promesa: THE WORLD IS WATCHING. El verde que se ubica entre el 347 C y el 3415 C de la escala cromática Pantone, rango que significa que igual lo tienes en tu closet, y que a su vez significa que podrías o podrías no utilizarlo, de esa u otra manera; donde ese espacio casi olvidado entre el y el no y tu voluntad reúne todo lo que está en juego.

Como respuesta al pañuelo verde que vimos en multitud el 8 de Agosto en La Plaza de Mayo de Buenos Aires, o en el cuello de una Diputada en el congreso chileno, o en el micrófono de una chica que cantó el himno argentino en televisión nacional; vino otro, pero de color celeste. ¡Ja! Y el lenguaje es en sí mismo una metáfora total: celeste en tanto que es una respuesta informada por la religiosidad sin fundamento científico, sino ‘celestial’; o una respuesta informada por los prejuicios de que en lo celestial encuentran escampadero. Esa tonalidad del azul, que significa oposición a la despenalización del aborto, es la prueba de que la construcción humana del significado existe solo si hay sistemas de significación compartida: el pañuelo verde deja de ser tela y se transforma en lenguaje, un lenguaje que debe ser compartido hasta por su adversario que se somete a ese sistema de significación donde el único signo puede ser pañuelo y color.

Pero un objeto también es su materialidad. Antes del 8 de agosto de 2018, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en Argentina repartía cerca de 8 mil pañuelos anuales. En 2018, repartió 200 mil. Antes de tanta demanda, los pañuelos eran fabricados exclusivamente por una cooperativa en el pueblo de Vaqueros, en Salta. 30 mujeres son parte de esta cooperativa, la mayoría víctimas de violencia de género. En una entrevista la presidenta responde a la pregunta de cómo fue que llegaron a estar de acuerdo con producir los pañuelos: “Nosotros lo analizamos, y en ese momento la prioridad era nuestro trabajo, porque surgimos como cooperativa por el trabajo. Y al principio muchas no estábamos de acuerdo y otras sí, y lo llevamos a una asamblea. Y se decidió por el trabajo, porque también no entendíamos muy bien el mensaje, luego empezamos a comprender, a capacitarnos, a entender qué es lo que venía tras de ese mensaje, y hoy muchas de nosotras sí estamos de acuerdo”. ¿El nombre de la cooperativa? “Diseños de mi pueblo”. La paradoja de los objetos es que de la misma manera en que los ‘fabricamos’, estos nos fabrican en el mundo.

El pañuelo verde deja de ser tela y se transforma en lenguaje, un lenguaje que debe ser compartido hasta por su adversario que se somete a ese sistema de significación donde el único signo puede ser pañuelo y color.

Y lo material importa, porque lo material es, en últimas, el mercado, y el mercado, en últimas, es el que nos trata de fabricar con más vehemencia. En Mercado Libre el mismo vendedor que vende el pañuelo celeste, vende uno naranja que dice “Campaña Nacional por un Estado Laico; Iglesia y estado asuntos separados”. De ese ha vendido 992 unidades; del celeste, 1342. En una de las últimas preguntas se puede leer: “Hola… haces pañuelos del orgullo gay?”. El pañuelo celeste cuesta 34.99 pesos argentinos, casi un dólar. Al vendedor de pañuelos celestes llegué por el rastro que dejan mis búsquedas: el pañuelo verde ya está fabricando mi mundo así sea en contraste. Debajo del anuncio de Mercado Libre informado por las cookies que recoge Google me aparece otro aviso: GORGEOUS ASIAN GIRLS WANT TO TALK WITH AN OLDER MAN ONLINE. ¿Cuál es la conexión entre el pañuelo pro-criminalización del aborto y un tipo de anuncio así? Como en las telas, en Internet lo importante es el patrón.

Las telas operan en una dimensión delirante (debe ser por eso que me gustan tanto), entre lo que se necesita ‘encubrir’ y al mismo tiempo ‘manifestar’. Las telas son omnipresentes, tanto que parecen invisibles, invisibles también ante lo que entendemos por significativo. Profundamente omitidas —por la historia, y los historiadores—, las telas, como el pañuelo, han sido marginadas rápidamente como “objetos decorativos” —como si con eso dejaran de significar—, pero hay que ver también que la labor textil ha sido irremediablemente ligada al trabajo femenino (y por eso ha sido tan fácil de despachar): La tela no será solo tela después de la tragedia de la Triangle Shirtwaist Factory el 25 de marzo de 1911 en la cual 146 mujeres, la mayoría inmigrantes, perdieron la vida no gracias a un incendio, sino a sus jefes que cerraron las salidas con llave. La labor femenina, mal pagada si es que siquiera es reconocida; y el cuerpo femenino, que tan fácilmente puede ser rescindido.

Y en los días que escribo esto tengo noticias del mundo, de un mundo latinoamericano que se ha ido construyendo desde el 8 de agosto bajo los términos y el linaje de un pañuelo verde: una magistrada en Colombia busca limitar las causales de aborto legal. Instagram les cierra una y otra vez la cuenta al colectivo pro-derechos reproductivos @lasviejasverdes gracias a que un ejército de bots pagados reportan la cuenta de manera masiva. Las mujeres mexicanas comienzan con el vendaval de la legalización y despenalización del aborto con un gesto tan sutil como feroz: en la avenida Reforma en la Ciudad de México con un pañuelo verde anudado en el brazo de una estatua. ¿Su nombre? Diana. Diana, la cazadora.

Valentina Calvache https://ift.tt/eA8V8J

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