Artículo publicado por VICE Argentina
En 2010, en la Ciudad de Buenos Aires, se sancionó la Ley Nº 3.706, una iniciativa de avanzada por su carácter integrador y no asistencialista, que tiene como objetivo proteger integralmente y operativizar los derechos de las personas en situación de calle y en riesgo a la situación de calle. La ley, que durante su proceso de gestación contó con la participación activa de personas que sufren la problemática, fue reglamentada en 2013 y contempla un subsidio habitacional, termina con la figura de los paradores —a los que convierte en centros de integración— y garantiza el “desarrollo de políticas sociales coordinadas para superar las condiciones de pobreza y exclusión”. Sin embargo, las consecuencias no están a la vista por un simple motivo: la ley no se cumple.
Otro de los artículos de la 3.706 hace mención a la obligación del Gobierno de la Ciudad de realizar un censo de las personas en situación de calle y de las que tienen riesgo de estarlo, para que se trabaje en base a cifras actualizadas. Según el último censo del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires, en la Capital Argentina hay actualmente 1.091 personas en situación de calle. En los últimos tres años la cifra ha crecido ligeramente según lo que muestra el censo. Sin embargo, da la impresión de que estos números oficiales están edulcorados. Y las distintas organizaciones que trabajan diariamente con quienes viven en la calle, dan cuenta de eso.
Hay compañeros que terminaron acá por distintos motivos, el que duerme en la cama que está al lado mío se separó de la mujer y se tuvo que ir a vivir a la calle porque no podía ayudarlas económicamente a ella y a su hija y además pagarse su propio alquiler. Después de vagar por distintos barrios terminó acá. Esto no es un parador, acá hay camas fijas. Algunos estamos hace mucho tiempo. Tenemos talleres de distintos oficios. Esto lo armó gente de la calle. Todos somos de la calle, el enfermero también vivía en la calle. Los únicos que vienen de otro lado son los de seguridad, por una obligación del gobierno tiene que haber una persona de vigilancia todo el tiempo. Nos dan también algo de comida desde el gobierno, pero cada vez hay menos. Nos cuidamos entre nosotros, te repito: yo solo me voy a ir de acá cuando tenga la posibilidad de una casa propia”.
Mauro, 39 años, está en la calle hace seis meses y no quiere que le saquen fotos
“La calle es el peor lugar del mundo. Hace medio año que estoy en esta, duermo en distintas esquinas de la ciudad. Nunca me imaginé que me iba a pasar esto, no quiero que sepan mis familiares. Yo nací en Formosa y viví mucho tiempo en la otra punta del país: Ushuaia. Hace 12 años, conocí a la que fue mi mujer y me vine a vivir a Buenos Aires. Al tiempo nos separamos, pero me quedé.
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En el último tiempo cada vez cobraba menos en mi trabajo y cada vez trabajaba más. Estaba 12 horas planchando ropa, así que renuncié, me fui de la pensión en la que vivía y me vine a la calle. La verdad es que hoy no tengo otra opción, la pensión era cada día mas cara y mi sueldo cada día valía menos.
Ahora junto cartones con este carro que también uso para dormir. La verdad es que gano más plata con esto que en la tintorería. Pero la calle no se la recomiendo a nadie. La semana pasada una familia de acá a la vuelta me robó todas las cosas. Hace un tiempo me habían quemado los cartones y la policía me rompió el carro más de una vez. La cosa está muy jodida, hay mucha gente en la calle y la verdad, amigo, es que este gobierno no solo no nos ayuda sino que yo creo que hace todo para obligarnos a salir a robar, para que no tengamos otra opción. Son unos delincuentes y vos viste lo que están haciendo con los pobres”.
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