Artículo publicado originalmente por Tonic Estados Unidos.
¿Has oído hablar de Horace Fletcher? Era un entusiasta de la comida saludable de la época victoriana que argumentaba que la comida debía ser masticada unas 100 veces antes de ser tragada. "La naturaleza castigará a los que no mastican", ese era su lema; y su firme creencia era que los alimentos tenían que ser masticados hasta obtener una pulpa para permitir que las enzimas en la saliva hicieran lo suyo. Las creencias de Fletcher sobre la importancia de comer lentamente lo hicieron millonario y, 99 años después de su muerte, una gran cantidad de investigaciones sugieren que tenía razón. Esto es lo que podría mejorar en tu salud si no inhalaras la comida.
Comer despacio podría mejorar tu digestión
Horace Fletcher y el fisiólogo Ivan Pavlov nacieron el mismo año, 1849. A través de su trabajo, ambos sabían que en cuanto los humanos o sus amigos de cuatro patas ven, huelen o incluso piensan en comida, comienzan a salivar para poner esa comida en sus bocas. Pavlov estudiaba el condicionamiento, mientras que los intereses de Fletcher se centraban únicamente en la digestión de los alimentos y en cómo optimizarlos.
Fletcher sabía que la digestión comenzaba en la boca, donde la saliva que contiene enzimas se adelanta al descomponer los alimentos. Él veía esto como el primer paso en una reacción en cadena que llevaba a que el estómago produjera más ácido, el intestino delgado se preparara para algunos peristalsis y así sucesivamente. También sabía que si el proceso era apresurado, el tracto gastrointestinal tendría dificultades para lidiar con la afluencia.
Un estudio de la Universidad de Rhode Island de 2011 examinó cómo la velocidad con la que consumimos los alimentos afectaba las etapas iniciales del procesamiento digestivo al observar comer a 60 adultos jóvenes. Descubrieron que los comedores lentos consumían 56 gramos de comida por minuto, mientras que los comedores rápidos consumían 87 gramos por minuto, tomaban bocados más grandes y masticaban menos antes de tragar. Eso significaba que la comida de los comedores rápidos viajaba por sus canales alimenticios en trozos y no como quimo. El quimo es una mezcla líquida de alimentos parcialmente digeridos, ácido clorhídrico, enzimas digestivas y agua que pasa a través de la válvula pilórica en su camino hacia la eliminación.
Los alimentos que no se descomponen adecuadamente en quimo pueden provocar indigestión y otros problemas gastrointestinales. “Cuando comemos rápido, pasan dos cosas: primero, no masticamos completamente nuestra comida, y segundo, tomamos más aire al tragar rápidamente. Esto puede causar hinchazón, distensión y malestar", dice Niket Sonpal, gastroenterólogo con sede en la ciudad de Nueva York y profesor de medicina clínica en el Touro College.
También te ayudará a saborear tu comida
Otro beneficio de comer más despacio es que saborearás más tu comida. Prolongar el tiempo en que comes te permitirá experimentar más sabores, texturas y aromas de la comida en tu plato. En esencia, comer será más interesante.
"Al disminuir la velocidad, puedes saborear y disfrutar tu comida", dice la dietista con base en Nueva York, Amy Shapiro. "Esto muchas veces significa que no te preocupas por los elementos externos y, por lo tanto, quedas más satisfecho con tu comida porque estás atento, disfrutando de la experiencia, el sabor, la textura y la compañía".
Investigadores de la Universidad de Chicago y la Universidad Estatal de Ohio pusieron a prueba esta idea y desafiaron a los participantes del estudio a que consumieran alimentos no interesantes de formas novedosas. Descubrieron que las personas calificaban constantemente sus experiencias como más agradables cuando disminuían el ritmo o cambiaban las cosas.
En una parte del estudio, los participantes recibieron diez granos de palomitas de maíz. A algunos se les pidió que comieran con palillos, mientras que otros podían comer con las manos. Los investigadores encontraron que aquellos que usaron palillos informaron una experiencia de comer más intensa y enfocada. "Cuando comes palomitas de maíz con palillos, prestas más atención y estás más inmerso en la experiencia", dijo Rob Smith, profesor asistente de mercadotecnia del estado de Ohio, uno de los autores del estudio, a la oficina de prensa de OSU. "Es como comer palomitas de maíz por primera vez".
Te sentirás satisfecho más rápido
Comer demasiado rápido puede hacer que no nos sintamos tan llenos como deberíamos, dice la nutrióloga Stephanie Di Figlia-Peck, con sede en Nueva York. "Muchas veces somos víctimas de esto cuando tenemos demasiada hambre o estamos muy distraídos", dice Sonpal. Nos toma alrededor de 15 o 20 minutos sentirnos llenos una vez que empezamos a comer. "La mayoría puede acumular las calorías necesarias antes de que el cerebro reciba el mensaje de "Estoy lleno" y la respuesta resultante sería que es hora de dejar de comer".
Otro estudio de la Universidad de Rhode Island se enfocó en lo que ocurre con el tamaño de la porción, cuando se incita a la gente a comer rápida o lentamente. En dos ocasiones invitaron a 30 mujeres de peso normal a comer un tazón gigante de pasta hasta que estuvieran cómodamente llenas. En la primera visita, les dijeron a las voluntarias que comieran lo más rápido posible, pero en la segunda visita, se les indicó que comieran lentamente y que dejaran sus cubiertos entre mordidas. Los investigadores descubrieron que cuando comían rápidamente, las mujeres consumían 646 calorías en 9 minutos. Al comer lentamente, las mujeres consumían 579 calorías en 29 minutos. Esa es una diferencia de 67 calorías que, como lo demostró otro estudio, realmente puede hacer una diferencia con el tiempo.
Un estudio de cinco años que analizó los hábitos alimenticios de 60,000 personas con diabetes tipo 2 en Japón encontró que la velocidad de la alimentación era un factor predictivo confiable de obesidad. En comparación con las personas que se describieron a sí mismos como comedores rápidos, los investigadores encontraron que aquellos que dijeron que comían a una velocidad normal tenían un 29 por ciento menos de probabilidades de ser obesos, mientras que las personas que se identificaban como comedores lentos eran un 42 por ciento menos propensas a ser obesas.
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