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viernes, 28 de diciembre de 2018

La otra música de las cosas: una charla con Javier Bustos

Artículo publicado por VICE Argentina

Cuatro sillas motorizadas se arrastran en aparente desorden por una habitación que deja de serlo en cuanto comienza la coreografía y los muebles deciden rebelarse ante la imposición del reposo y la naturaleza inerte a la que las han confinado. Ya no son mobiliario de relleno: son el espacio mismo. El ruido pertenece entonces sólo a las sillas, no a quien se sienta sobre ellas.

La obra de Javier Bustos no sólo aborda la construcción de máquinas sonoras a partir de objetos o se pregunta por los gestos que transforman la noción utilitaria de estos, sino que busca el espacio idóneo para reconfigurar la idea de “utilidad” mientras se cuestiona el papel que juegan la semántica y el humor en el alumbramiento de sus piezas.

Conocí a Javier en un seminario para creación de ópera en el que fuimos compañeros. Durante la tanda de presentaciones inaugurales cada becario debía resumir su formación, intereses y proyecto a desarrollar. Bustos dudó entre asumirse como compositor o artista y dijo estar interesado, sobre todo, en “los objetos y sus posibilidades sonoras en un contexto ajeno al de su utilidad cotidiana”. Luego contó sobre su obra en desarrollo: una ópera ejecutada por autómatas y basada en el funcionamiento de la paloma de Arquitas de Tarento, primera máquina voladora en incorporar la autopropulsión a vapor, quizá sin cantantes, o al menos sin cantantes humanos, y con un escenario en espiral. La pregunta constante en la obra de Bustos: “¿en qué momento y bajo qué condiciones cobra vida lo inanimado?” debe ser también una pregunta clave del género.


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Visité el estudio de Javier justo antes de que partiera a Valparaíso, Chile, para participar en el festival TSONAMI 2018. Sobre la mesa de trabajo, entre muchos otros aparatos, circuitos y destripes unas piezas con taladros, vinilos y caladoras. Charlamos sobre su trabajo más reciente y el desarrollo de sus piezas, desde la representación formal de la idea hasta la técnica precisa para interpretarlas una vez que se han materializado.

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Matheremin

Hace rato hablabas de una lutería casi semántica, un reordenamiento del sentido a través de la implementación de ideas que luego devienen en piezas. ¿Cuándo fue la primera vez que reflexionaste sobre esto en tu obra?

JB: Creo que siempre estuvo ahí. Uno de los primeros instrumentos que hice fue el matheremin. Un mate que suena. Al principio surgió como un controlador midi, un joystick para operar otros instrumentos. En realidad, en estrictos términos técnicos, es más un mate que un theremin. A eso me refiero: primero fue el juego de palabras, luego el objeto, después el dispositivo. Las opciones sonoras vienen al final. Su naturaleza. ¿Es algo autónomo? ¿Programado? ¿Autónomo?

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Rodrigo Márquez Tizano http://bit.ly/2LBYHVx

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