Artículo publicado por VICE Argentina
La fantasía ilusa de cumplir nuestros sueños. “Ahora sí”, pensamos. Nada más alejado de esa realidad, pero… ¿qué más da? Llega esa primera plata y el mundo se abre a su paso. Los ojos de niño son ahora el empoderamiento de un Tony Montana con acné y olor a chivo. Después de una semana, 15 días o un mes entero, el esfuerzo atorrante es recompensado por un salario. Y ahorrar es para los débiles. A los 17, 18 o 19 años, resulta casi imposible saber cómo planear mesuradamente una proyección con el primer sueldo. Por eso, sin culpas, se va en lo que se va. Y ese primer sueldo significa la ilusión de la independencia: ya no es la economía que baja como cascada de nuestro padre, madre o tutor sino la fantasía de la aventura por la aventura misma. Ese dinero se gastará en lo que tenga que gastarse y no habrá motivos ni espacios para los reclamos.
Y con esto, se acoda firme el grado cero de la adultez: el primer sueldo es la sensación de libertad, la chance de la autodeterminación, la voluntad comprimida de visión naif, mocosa e insolente. Del endeudamiento espontáneo al gasto innecesario, de la compra impulsiva al salvataje financiero, de la fantasía delirante al capricho irresuelto. Sin chances (ni ideológicas, ni morales, ni circunstanciales) de la reserva robusta, esa primera plata quema y se escurre entre los dedos. Drogas blandas, objetos prescindibles, experiencias iniciáticas o diversión súbita con fecha de vencimiento. En VICE le preguntamos a los millennials en que gastaron sus primeros salarios:
—“Me compré un VHS de Spiderwoman”. Alejandro, 32 años, diseñador gráfico en una multinacional.
—“Fui directo a comprarme mucha ropa”. Jimena, 27 años, cocinera.
—“Me fui de joda al boliche”. Matías, 31 años, empleado bancario.
—“Me compré el mejor reloj despertador”. Leandro, 32 años, asesor político.
—“Llevé a casa comida de Mc Donalds”. Yamil, 22 años, peluquero.
— “Se la di toda a mi mamá”. Matías, 31 años, empresario textil.
—“Invité a salir a una veterana”. Cristian, 32 años, productor de radio.
—“Fui a comer con mi novio”. Camila, 21 años, estudiante de periodismo.
—“Pagué la facultad y las entregas”. Octavio, 24 años, diseñador gráfico en una municipalidad.
—“Salí de joda todos los findes”. Manuela, 22 años, empleada municipal.
—“Le compré ropa a mi sobrina”. Luciana, 22 años, baby sitter.
—“Fútbol, ropa de deportes, cuentas, joda”. Magdalena, 21 años, política institucional en el Ministerio de Defensa.
—“Pagué un tatuaje con tatuador malísimo”. Catalina, 21 años, estudiante.
—“Compré corbata a quien me recomendó”. Julieta, 27 años, relacionista pública.
—“Repuse una bici que me robaron”. Ulises, 29 años, call center.
—“Falté al laburo para comprar PlayStation”. Alexis, 27 años, analista de sistemas.
—“Porque puto siempre: un bolso Prune”. Joan, 29 años, comunicación.
—“Una pava eléctrica. Mejor compra ever”. Esteban, 21 años, secretario en una universidad.
—“Se me fue todo en prensado”. Peter, 21 años, barman.
—“Me compré un reproductor de DVD”. Florencia, 23 años, comerciante.
—“En negro laburé. Ropa me compré”. Luci, 18 años, camarera.
—“Primer sueldo en gomitas y bizcochitos”. Facundo, 23 años, repartidor de volantes.
—“Me compré banda cómics de superhéroes”. Adrián, 32 años, dueño de una comiquería.
—“Pañales. Fui papá con 14 años”. Lucas, 31 años, delivery y servicio de mensajería.
—“Cuidé a una pibita. Me compré planchita”. Magalí, 29 años, docente.
—“Me fui de vacaciones a San Clemente”. Lucas, 32 años, periodista.
—“Regalos para la familia para recompensarlos”. Zora, 26 años, operadora de radio.
—“Una ronda de tequila para amigos”. Sabrina, 28 años, dueña de una dietética.
—“Un jean y una gilada para mamá”. Nico, 28 años, empleado en una disquería.
—“Me hice un tatuaje con uno”. Alicia, 30 años, locutora.
—“Compré un regalo y me lo robaron”. Ailín, 30 años, tiene un emprendimiento de remeras.
—“Gasté poco. Me compré un 50g”. David, 32 años, gastronómico.
—“Lo gasté en una mochila Nike”. Fernanda, 32 años, maestra jardinera.
—“Llevé a comer a mi familia”. Nina, 32 años, maquilladora.
—“Compré un MP3 sarpado en chino”. Marcelo, 31 años, influencer de hamburguesas.
—“Me compré un celular Motorola V3”. Mariela, 28 años, comerciante.
—“Camiseta suplente de Senegal Mundial 2010”. Gonzalo, 28 años, empleado bancario.
—“Lo gasté todo en un sintetizador”. Matías, 23 años, programador.
—“Ahorré y me compré mi notebook”. Tadeo, 24 años, ilustrador.
—“Me compré un teclado de goma”. Vanesa, 27 años, desempleada.
—“Gasté en un frapuccino de Starbucks”. Mari, 19 años, niñera.
—“Tradición familiar: comprar sánguches de miga”. Fede, 29 años, camarero.
—“Ropa para ex. Visita al sex shop”. Roberto, 29 años, chef.
—“Me compré libros, cds y películas”. Cristian, 32 años, periodista.
—“Primer sueldo se fue en vino”. Leo, 32 años, músico y empleado estatal.
—“Volví con muchas bolsas de ropa”. Renata, 22 años, estudiante de periodismo.
—“Lápices de colores, grafitos y acuarelas”. Leo, 30 años, sistemas.
—“Ya no tomo bondi: compré bici”. Sandra, 24 años, docente en jardín de infantes.
— “Antes de cobrarlo ya lo gasté”. Guada, 28 años, ama de casa.
—“Regalé cocina a mi vieja”. Pablo, 32 años, abogado.
Sigue a Hernán en Twitter
Hernán Panessi https://ift.tt/eA8V8J
No hay comentarios:
Publicar un comentario