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jueves, 20 de diciembre de 2018

¿Hubo un golpe de estado en la Argentina del 2001?

Artículo publicado por VICE Argentina

Buenos Aires, Avenida Gaona al 4600. El 20 de diciembre de 2001, el país estaba ardiendo. En toda la Argentina había saqueos, heridos múltiples y una devastación total de las instituciones. Después de desbaratar un local del supermercado Maxiconsumo, unas 300 personas robaban por completo un local coreano. La imagen que se veía en varios canales quedó en la retina de los argentinos: el dueño llorando a gritos porque no había policía ni fuerzas de seguridad que detuvieran semejante batalla campal.

Otra de las tomas que pasaron a la posteridad fue la de Fernando De la Rúa, por entonces presidente, abandonando la Casa Rosada en un helicóptero. Minutos antes, a las 6:30 pm, había presentado su renuncia, después de dos años de gestión. “Confío en que mi decisión contribuirá a la paz social y a la continuidad institucional de la República”, rezaba el comunicado. En un período de sólo 12 días se sucedieron cinco mandatarios, y las heridas de la crisis continúan aún hoy.

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Un estudio de la CORREPI afirma que en todo 2001 hubo 254 casos de represión en el país. Entre diciembre de 1999 y el mismo período de 2001, hubo 45 fallecidos, 39 de ellos cayeron el 19 y 20 de diciembre, o murieron posteriormente por heridas recibidas en esas fechas.

“La crisis se resolvió porque hubo instituciones en nuestro país, y se cumplieron las normas del modelo republicano en todas las instancias —se jactaba Puerta—. Por eso el mundo nos aceptó, más allá del tremendo golpe a las finanzas, y no nos reprochó el incumplimiento. Observó que habíamos pasado por una crisis y que salíamos. Duhalde consiguió corregir errores y encaminar al país en una buena dirección. Es difícil hacer las cosas más exitosamente de lo que se dieron después de la renuncia de De la Rúa. El gran fracaso fue no haber sabido salir de la crisis sin su renuncia. Todo tendría que haber sido resuelto con él y Chacho al poder”.


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Cavallo decía: “El ‘corralito’ no fue una medida mala o inoportuna, sino una decisión ineludible, que hubiera tenido que tomar cualquiera. Cuando a los bancos se les termina la liquidez, no hay otra alternativa que hacerlos funcionar así. Fue una medida de la cual no puedo pensar ‘me arrepiento’ o ‘no me arrepiento’”.

Mientras terminaba su taza de café y vestido con un traje que recuerda su investidura presidencial, De la Rúa sí hacía una autocrítica: “La falla fue no haber logrado crear una confianza en la gente para que se reactivara la economía. El pueblo se refugió en sus ahorros y cayó la demanda, y eso fue negativo. El segundo error fue no haber convencido al FMI de ayudarnos, como sí lo hizo con Brasil, ni haber tenido aliados en los gobiernos de los grandes países”.

Su voz se quebraba antes de finalizar, como si se transportara nuevamente a esos días caóticos: “Recuerdo que obrábamos como en las movidas forzadas del ajedrez: para evitar el jaque mate teníamos que usar una pieza que nos dolía... pero no teníamos otras jugadas posibles”.

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Nota del autor: esta investigación fue compuesta a través de varias entrevistas propias, realizadas desde 2012 hasta la fecha.

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