Artículo publicado por VICE Argentina
En sus oficinas no hay enanos correteando por los pasillos. No se ven mujeres exhuberantes ni ninguno exhibe camisas europeas ni tiradores al estilo del Jordan Belfort, interpretado por Leo Di Caprio en el “El Lobo Wall Street”. Por el contrario, el bajo perfil y la modestia parecieran ser las armas secretas de los agentes de la bolsa local en Buenos Aires, los traders del mercado porteño que parecieran esquivar el título de dueños de la City, en un país en donde la desconfianza financiera brota por sus poros.
Los corredores millenials, como Elián Álvarez, se sienten cómodos con la definición de trader. No sólo porque saben que les da un aire más exclusivo, sino porque tal vez entienden que esto es simplemente la combinación del estudio de las variables del universo de las inversiones a través del análisis técnico y fundamental con el fin de sacar algún tipo de rédito económico. Sin embargo, los más experimentados, como Santiago Llul, le escapan eso porque saben que la asociación es directa a tipos como “Bernie” Maddoff, uno de los mayores estafadores de la historia financiera mundial y que fue condenado a 150 años de prisión en 2009.
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Las principales diferencias entre los hombres de la bolsa de acá y allá comienzan por los 201 años de antigüedad de los gringos por sobre los 164 de los criollos, continúan con menos del 1 por ciento de la población invirtiendo en acciones y operaciones, y siguen con que tan sólo son 99 las empresas enlistadas que cotizan en el mercado local contra las 2300 que operan en Wall Street. “Esto es muy chico, lo querían hacer algo de élite y ese es un problema grave”, confiesan los traders mientras que, algunos por lo bajo, aceptan que sus colegas yuppies —en los ochentas y noventas— supieron contribuir a los motes de garcas y timberos.
La timba y la especulación. El perfil de bon vivants. Los lujos y la exacerbación de los hábitos del capitalismo salvaje. Los personajes del mercado que se animan a la nota explican en forma constante que los análisis disminuyen cualquier tipo de azar e incluso, uno de ellos, se anima en un estricto off a calificar así los banqueros: “En la última devaluación, que fue del 100 por ciento, los principales ganadores fueron los bancos que recibieron los dólares de los ahorristas para ponerlos en plazos fijos y les devolvieron como ganancia el 3,6 por ciento anual”.
Es que los chicos de la City juran, una y otra vez, que ya no son lo que eran y explican su transparencia poniendo como ejemplo que, a diferencia de los lobos yanquees, acá todos los inversores locales deben poseer una cuenta comitente y todos los movimientos —desde los más pequeños a los más importantes— son notificados al cierre de cada día. “Tu agente no te va a cagar un peso, somos vanguardia en este tipo de controles”, afirma inflando el pecho un muchacho con experiencia en este universo mientras pareciera soltarlo solapadamente como una súplica para que los jóvenes de hoy tengan una participación más activa en la bolsa y lograr, algo así como, que el mercado pase kiosco a shopping.
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Entonces, si las herramientas tecnológicas transparentaron el sistema bursátil, los agentes niegan ser timberos y reclaman una mayor participación de la sociedad, ¿Está en la inversión de acciones el futuro de los argentinos? ¿Está en la falta de cultura económica el principal obstáculo para la capitalización del país? ¿Será esta la generación que modifique para siempre los paradigmas financieros del país?
El trader millenial
Elián Álvarez tiene 28 años, tiene rostro y aspecto cuasi adolescente pero se muestra adulto en cada una de sus declaraciones; tal vez, sea por eso que no sorprende cuando cuenta que a sus 16 operó por primera vez en la bolsa. Aclarará que, por haber sido en aquel entonces menor de edad, lo tuvo que hacer desde la cuenta de su padre y que —por suerte, por el bien de la familia— salió todo bien.
VICE: ¿Cómo arrancaste en este mundo?
SL: El curso lo que hace es introducirte al universo de las inversiones. No sabía lo que era una acción, ni tampoco seguirla; sólo sabía que subía y bajaba pero no entendía los como ni los porqué. Entonces, ahí, aprendí las nociones básicas sobre trading con términos simples; al principio, tenía un miedo terrible porque no sabía con que me iba a encontrar pero con las herramientas que me dieron entendí que había ansiedades que podía controlar y que me iban a permitir manejarme con mayor tranquilidad.
¿Cuál era tu meta?
SL: Quería mover los ahorros que tenía y tratar de ganarle a la inflación. Ninguno de los que participamos quiso dejar todo y dedicarse al trading; lo que queríamos era aprender a invertir y a tratar de no perder lo poco (o mucho) que podemos guardar a fin de mes; tampoco queríamos poner la plata en un plazo fijo, queríamos intentar sacarle algún tipo de rédito real.
Entonces, ¿supiste desde un principio que no ibas a transformarte en millonario?
SL: Mirá, acá los únicos que realmente le sacan el jugo a la bolsa son los peces gordos, porque la clase media sólo se puede dedicar a ganarle a la inflación. El que te vende que te podés hacer rico y que vas a conseguir libertad financiera, te miente. Todo esto tiene un desgaste emocional muy fuerte y tenés que tener algo muy en claro, si alguien ganó demasiado, otro tuvo que haber perdido. Y mucho.
Fernando Villa http://bit.ly/2V9VGjG
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