Haber tomado la decisión de ligarme las trompas este año (2019), como decisión personal por no querer traer más niños a este mundo tan lleno de desigualdad, significó hacerme muchas preguntas sobre derechos sexuales y reproductivos, preguntas como ¿dónde se encuentra toda la información y qué tan fácil es acceder a métodos anticonceptivos como el que me hice? O en el caso de que lo hubiera necesitado, ¿qué tan fácil hubiera sido acceder a toda la información para practicarme un aborto? (Porque mi decisión de no tener hijos está clara desde hace mucho tiempo). En medio de esa reflexión resultaron inevitables los cuestionamientos sobre cómo hacer valer mis derechos y de cómo viven la misma situación otras personas.
Y ahí, en la búsqueda de información y respuestas apareció de manera recurrente el tema del aborto y la importancia de su despenalización legal y social en Colombia. El aborto en el país actualmente, reconoce que la interrupción voluntaria del embarazo es un derecho íntimamente ligado al derecho a la vida, a la salud, a la integridad, a la autodeterminación, intimidad y dignidad de las mujeres. La interrupción voluntaria del embarazo por las tres causales descritas en la sentencia C-355 de 2006 -(i) Cuando el embarazo es producto de violación, incesto o inseminación artificial forzada, (ii) Cuando el feto tiene una malformación incompatible con la vida fuera del útero, o (iii) Cuando el embarazo constituye un riesgo para la vida o la salud de la mujer.-, es un derecho fundamental de las mujeres que debe ser garantizado por el Sistema de Seguridad Social en Salud. Además de esta perspectiva hay algo fundamental en la ecuación y es que en un país como Colombia, con temas tan complejos como que no hay cifras concluyentes sobre el procedimiento del aborto en clínicas clandestinas o que la expectativa de vida trans es de 35 años, hay además que entender que no solo las mujeres con útero necesitamos acceder a este derecho, sino que también debería ser de fácil acceso, seguro y digno para personas trans y no binarias. Esto en medio de una realidad como la que se vive en Colombia pareciera algo imposible.
Por fortuna la fotografía siempre ha logrado acercarme a los temas de mi interés. Es el puente que me ha permitido conocer y visibilizar realidades que me atraviesan y quiero compartir. Una vez más, fue entre fotos que me topé con Ángel, Martín, Daniel, Gabriele, Tomás Díaz y Tomás Novoa, hombres trans y personas trans no binarios que desde el activismo encontraron un motivo para unir sus voces y luchar por los derechos reproductivos y los derechos sexuales de sus pares. Con ellos surge esta conversación sobre el aborto, los cuerpos, la identidad y la sociedad: una charla entre retratos y palabras.
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“Hay un trabajo muy fuerte respecto al aborto que agradecemos a nuestras compañeras feministas mujeres, quienes han resistido históricamente. Sin embargo, somos conscientes de que esta lucha ha sido feminizada de forma esencialista a mujeres con vagina. Claramente, las mujeres no son las únicas personas que pueden quedar en embarazo. En ese sentido, nosotres sentimos que ya es hora de que nuestra existencia tenga un lugar en este escenario”. Quien habla aquí con una voz segura y con ganas de compartirme su posición sobre cada pregunta que hago es Ángel Mendoza, una persona trans no binaria –que no se reconoce como perteneciente a los géneros binarios masculino o femenino– y quien pertenece, junto a Martín Junco, a la colectiva transfeminista AlienHadas, un espacio para disidentes de la cisnorma –la categoría cisgénero enuncia aquellas personas cuya identidad de género coincide con la norma sexo- género impuesta desde lo genital y la cisnorma es cuando esta identificación se vuelve obligatoria, y se convierte en lo que es “normal”- y el binarismo estructural.
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Ángel me cuenta que AlienHadas surge en noviembre del 2018 de la necesidad de tener un espacio seguro y tranquilo, fuera de otros escenarios políticos y partidistas en los que participaban anteriormente, donde la mirada era primordialmente cis, y también de otros espacios trans donde la lectura era muy binaria. “No porque sea una construcción binaria es mala o buena, pero no era la nuestra. Sentíamos la necesidad de hablar de lo que directamente nos afectaba y nos importaba a nosotres en ese momento. Entonces, AlienHadas se conforma por dos personas trans que fuimos asignadas mujeres al nacer, pero que no nos sentimos bien con esa asignación y tampoco tenemos el interés de enunciarnos como hombres, porque nuestras identidades no se enmarcan en el binarismo de género impuesto socialmente”, agrega Ángel, pedagogo y fanático de Cerati -tiene una relación imaginaria con él-.
AlienHadas, como me dice Ángel, ha aportado sumándose a la lucha de las mujeres para seguir trabajando por la despenalización total del aborto, “en ese sentido, hemos trabajado en el tema de acompañamiento, entendiéndolo como el cuidado que nos brindamos entre nosotres a la hora de tomar la decisión de acceder a este derecho, pero también de cómo habitarlo con dignidad desde unos cuidados artesanales que van más allá de lo clínico”. Ángel se refiere a algo básico, pero vital: “entendemos que un acompañamiento al aborto no es solamente lo que hace un médico, sino también el amor y compañía brindado a la persona a partir de herramientas de apoyo, como alimentación, esencias y hasta masajes”.
Hay un trabajo muy fuerte respecto al aborto que agradecemos a nuestras compañeras feministas mujeres, quienes han resistido históricamente. Sin embargo, somos conscientes de que esta lucha ha sido feminizada de forma esencialista a mujeres con vagina. Claramente, las mujeres no son las únicas personas que pueden quedar en embarazo.
Si en una sociedad como la colombiana, permeada completamente por el machismo y la misoginia que se ve reflejado en los casos de acoso laboral, de diferencia salarial y de violencia sobre las mujeres que son reportados en el instituto nacional de medicina legal solo por nombrar un par de ejemplos, “dejarnos” decidir sobre nuestros cuerpos de mujeres ya es un absurdo y lo es aún más acceder al derecho de abortar, un derecho legalmente constituido en 2006 por la Corte Constitucional de Colombia, a través de la Sentencia C-355 para mujeres cisgénero, es decir aquellas que se asumen identitariamente dentro del género que les fue asignado al nacer, todo se hace mucho más complicado en el caso de personas con identidad de género diversa, donde se evidencia desde transfobia –el odio, la falta de aceptación a las personas trans– hasta persecución.
En mi búsqueda por respuestas frente al tema de los derechos sexuales y reproductivos de personas de género diversas también me topé con Atravesados, una colectiva de seres inconformes con la masculinidad, con ganas de deconstrucción y reconstrucción de toda idea, práctica y creencia tóxica. Ahí, conocí a Daniel González, Gabriele Carvajal, Tomás Díaz y Tomás Novoa; amigues de Ángel y Martín y también profundamente interesades en hacer escuchar sus voces y hacer algo por mostrarse en medio de un sistema que no les nombra y parece más bien que les quisiera invisibilizar.
“Es otra cuestión cuando tienes que explicarle a todo el mundo, desde el portero, que necesitas ir a hacerte un aborto”. Me dice Martín Junco, quien además de hacer parte de Alienhadas, el proyecto amoroso que atraviesa su vida, es una persona trans no binaria, pedagogo, vive con Ángel y sus tres gatos mientras le pregunto sobre las dificultades que tienen las personas trans masculinas o no binarias para acceder al aborto. Porque SÍ, una persona trans masculina o no binaria puede gestar, producto de un embarazo deseado, no deseado o por una violación o por decisión propia, ya que tiene un útero que perfectamente puede crear vida. Para dejarlo absolutamente claro, Martín me dice: “En muchos casos, las personas han tenido que ejercer una paternidad obligatoria porque les toca negar su derecho a la identidad -el derecho al aborto solo nombra a mujeres y niñas dentro de la sentencia, por omisión deja por fuera a otros cuerpos gestantes, personas trans masculinas y no binarias- porque no pueden acceder al aborto, porque están en zonas veredales donde no hay salud, porque los médicos no saben, porque sus cuerpos han sido botín de guerra y son víctimas de violaciones correctivas”. Es un largo etcétera, pero “esto no es de quién sufre más, sino de entender que vivimos en un sistema misógino que nos persigue y nos extermina a todos”, puntualiza.
Ángel continúa con una afirmación reveladora: “Además de tener que someterse a procedimientos inseguros y clandestinos, algunas personas trans les ha tocado hacerse pasar por mujeres y además soportar la violencia, a razón de su expresión de género para poder acceder al aborto”.
¿Qué le pasa a un hombre trans, a una trans masculinidad -personas asignada mujer al nacer pero que no se sienten identificado con ese genero y deciden construir una identidad de género masculina-, a una persona trans no binaria, cuando enfrenta un aborto?, ¿qué le pasa cuando su cuerpo empieza a cambiar, cuando tal vez está usando hormonas y su cuerpo tiene un retroceso hormonal –puede crecer de nuevo el pecho, tener una redistribución de la masa muscular, entre otras transformaciones–, cuando tal vez su sexualidad, de forma violenta fue atravesada, o cuando es algo no deseado, pero ni siquiera había contemplado esa idea porque dentro de su identidad como hombre o como trans masculinidad no es concebible, para muchos, de ellos gestar? Preguntar resulta tan crucial como narrar estas historias desde sus voces y sentimientos. “Es importante que hagamos completamente público que si nosotres podemos gestar, también tenemos que tener el derecho a abortar en todas las condiciones dignas que merecemos, porque no estamos pidiendo ningún favor”, termina diciéndome Ángel.
Alianza Trans Masculina Abortera de Colombia (ATAC)
ATAC es el proyecto desarrollado por las colectivas Atravesados y AlienHadas. Detrás de su gran nombre, hay un proceso hacia la apertura de rutas de atención diferenciales para el acceso a un aborto legal y seguro por parte de la población trans, así como hacia su despenalización total. “La Alianza Trans Masculina Abortera de Colombia nace en 2019 como una necesidad histórica de tener un ejercicio de enunciación política, desde una experiencia de vida trans con respecto al aborto concretamente, que pasaría por empezar a enunciar públicamente la ley de identidad de género en Colombia –que aún no es suficiente para garantizar los derechos de las personas trans, pero que hasta ahora ha permitido el trámite de cambio de sexo en documentos públicos–. Porque lo personal es político, por eso nace de experiencias personales de todes”. Me cuenta Martín.
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Este proyecto no solo habla de interrumpir una gestación en el momento que se quiera, sino también de acceder a la paternidad –para las personas trans no binarias, trans masculinas y hombres trans, el proceso de gestación o tener un hije se dice paternidad no maternidad porque así se reconoce su género masculino dentro de una condición que no es solo femenina, ya que tienen un útero completamente funcional para gestar– de una forma digna, si es el deseo de la persona gestante. Contempla rutas con profesionales capacitados, ejercicios de salud y el acceso a este tipo de servicios con total tranquilidad y seguridad. “ATAC propone también, en algún momento, hacer una incidencia política por medio de alianzas que bien se han venido haciendo con los movimientos feministas que han hecho un muy buen trabajo con respecto al aborto en Colombia”, continúa Martín.
Es importante reconocer, con empatía, a las personas trans dentro de toda esta conversación sobre los derechos sexuales y los derechos reproductivos, que tengan un lugar seguro donde puedan construirse, podamos apoyarles, acompañarles y entender que, como cualquier otra persona, pueden tener familia, también gestarla y hacerlo con dignidad.
“Es otra cuestión cuando tienes que explicarle a todo el mundo, desde el portero, que necesitas ir a hacerte un aborto”
Me interesa, con esta historia y estas fotos contar, con todos los medios que tengo a mi alcance, estos relatos vitales y darle visibilidad a personas que admiro, que quiero y que anhelo que vivan con tranquilidad dentro de la misma ciudad que habito, libres de mostrarse tal como son y siendo tenidos en cuenta siempre, para que como personas y jóvenes nos libremos de tantos prejuicios y odios sin sentido.
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