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domingo, 9 de diciembre de 2018

Las mujeres de la crisis de VIH de los 80 no están listas para ser olvidadas

Artículo publicado originalmente por Broadly Estados Unidos.

Un día en mayo de 1990, Michelle Lopez recibió una golpiza particularmente fuerte de parte de su novio abusivo y huyó de la casa que compartían en Brooklyn. Tomó el metro junto con su bebé de de un año envuelta en una cobija, y vio un aviso de una línea telefónica de asistencia para violencia doméstica. Lopez llamó al número y fue enviada a un centro para mujeres maltratadas a solo cinco cuadras de distancia. Recibió un examen físico completo y fue diagnosticada, junto con su hija, de VIH. "Estaba devastada", Lopez le dijo a Broadly en una entrevista reciente.

Para la época del diagnóstico de Lopez, más de 120.000 personas habían muerto de SIDA desde que el primer caso fue reportado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en junio de 1981. La epidemia sacudió a Estados Unidos, pero fue comúnmente percibida como una enfermedad moral—una elección. Los artistas del centro de Nueva York —gente como Peter Hujar, David Wojnarowicz, y Robert Mapplethorpe— se convirtieron en los rostros de la enfermedad por su presunto disfrute de " drogas, pene, disco, y platos". "La mejor evidencia en contra del contagio", dijo el Dr. James Curran en un artículo del New York Times de 1981, "es que no ha sido reportado ningún caso hasta la fecha por fuera de la comunidad homosexual o en mujeres". Para el final de la década, los hombres gay y los consumidores de drogas intravenosas representaron más del 86 por ciento de las muertes por SIDA.

La enfermedad le dio a una sociedad ya homofóbica más herramientas con las cuales estigmatizar a los hombres gay. "Cuando se trata de prevenir el SIDA", dijo el presidente Ronald Reagan en 1987, después de seis años de apatía frente a la epidemia, "¿la medicina y la moral no enseñan las mismas lecciones?" Y en un debate en 1992, el presidente H.W. Bush afirmó que el SIDA era "una de las pocas enfermedades donde el comportamiento importa".

La representación del virus como una "plaga gay" creó paranoia y estigma que perdura hoy en día, a pesar del vasto incremento en la información disponible. Eso también significaba que muchas de sus víctimas terminaban temiendo revelar su estatus. Casi 40 años después, el VIH/SIDA sigue siendo visto frecuentemente como una afección predominante en los hombres gays.

Sin embargo, son las mujeres quienes ahora representan más de uno en cuatro casos de VIH en Estados Unidos, triplicando la proporción que representaban en 1985. De acuerdo con los CDC, el contacto heterosexual representa el 87 por ciento de los diagnósticos de VIH entre las mujeres en Estados Unidos. La enfermedad también afecta desproporcionadamente a las mujeres de color, quienes representaron el 61 por ciento de mujeres viviendo con VIH en 2016; aunque los hombres blancos gays todavía lideran los diagnósticos de VIH, las mujeres negras tienen una probabilidad de una en 49 de volverse seropositivo. Incluso hoy, la ciudad de Nueva York —un núcleo de la crisis original— tiene unos pocos centros que atienden específicamente a mujeres viviendo con VIH; los centros más reconocidos de la ciudad incluyen el Gay Men’s Health Crisis (GMHC), una comunidad sin ánimo de lucro enfocada en el servicio del VIH/SIDA; la Alliance for Positive Change, para personas que necesitan asistencia domiciliaria, apoyo entre pares y cuidado médico; y el Lesbian, Gay, Bisexual and Transgender Community Center, que provee servicios de VIH/SIDA para miembros de esas comunidades mencionadas. Uno de los únicos centros de apoyo exclusivo para las mujeres es Iris House en Harlem, que fue fundada en 1992 por la activista, escritora, poeta y artista Iris De La Cruz, quien evidenció una brecha en los servicios. Estados Unidos ha luchado con entender el VIH/SIDA como un desafío complejo y evolutivo, dejando que las poblaciones vulnerables se enfrenten a la enfermedad movilizándose internamente para protegerse a sí mismas. Como tales, muchas de esas a las afueras continúan viendo su historia de origen, y el estigma que surgió del apogeo de esa crisis, como su presente, no su pasado.

Era natural que Lopez, de entonces 24 años y siendo una madre soltera con VIH positivo en 1990, fuera consumida por el miedo. Se estaba quedando en un albergue para personas sin hogar mientras se recuperaba de ser golpeada, y, como una inmigrante indocumentada oriunda de Trinidad, vivía con la amenaza constante de la deportación. Le tomó un tiempo volver a encarrilar su vida y encontrar el cuidado y los servicios que necesitaba para sentir que podía, en sus palabras, "respirar otra vez". Una vez lo hizo, Lopez sabía que era el momento de encontrar al padre de su hija y revelarle su diagnóstico.

"No sé cómo vas a tomar esto", le dijo a él en ese entonces. "Pero tu hija y yo hemos sido ambas diagnosticadas con VIH positivo".

Lopez asumía que ella había sido quien lo había infectado, hasta que él le contestó, "La vida es una mierda, ¿no? He estado viviendo con esto por mucho tiempo".

Se conocieron en 1989 y concibieron a su hija poco después. "Esto fue hace 28 años", recuerda. "Piénsalo: ¿qué hombre heterosexual conoces que habría sido tan abierto y comunicativo en ese entonces?"

Lopez se alejó de la situación. "No podía controlarme a mí misma al tener que lidiar con el hecho de que él sabía y no me dijo. Pero enojarme no iba a quitarme el virus".

A medida que comenzó a sanar, empezó a encontrar a otras mujeres que compartían su historia en Community Healthcare Network, donde recibió cuidado médico y después terminó su trabajo como asistente social en el GMHC.

Ruby Gardner in her home
Rudy Gardner.

Cuando Graves-Cade visitó a su doctor poco después de su diagnóstico inicial en 1995, le dijeron que ella "no iba a estar por aquí", recuerda, con su voz temblorosa. "Aquí estamos en 2018 y vi a mis hijos graduarse de la escuela primera, y la secundaria; te cuento que me llena de lágrimas los ojos".

Ahora, Graves-Cade tiene una carga viral indetectable, lo que significa que podría tener sexo sin condón con casi ninguna probabilidad de transmitir la enfermedad. Esto se debe en su mayoría a la introducción de la terapia antiviral, y la más reciente adición de la PPrE, que tomada a diario, es 99 por ciento efectiva para prevenir la infección VIH.

Según James Krellenstein y Peter Staley, los co-fundadores de PrEP4All (una petición para quitar la patente de Truvada, que es poseída por la compañía farmacéutica Gilead, que aumentó el precio de la droga de 6 a 1.600 millones de dólares al mes), si se usa directamente, la pastilla es "uno de los métodos más efectivos para prevenir una infección viral alguna vez descubierto, tan bueno como la vacuna contra el polio, el milagro de la medicina moderna".

"Cuando uno combina la efectividad del PPrE con el descubrimiento de que la personas viviendo con VIH no pueden transmitir el virus a otros una vez se han convertido en indetectables, podríamos estar al borde de la finalización de la epidemia", escribieron en artículo de opinión para el New York Times a comienzos de este año. Pero actualmente, el PPrE está siendo comercializado en su mayoría para los hombres homosexuales, o las mujeres transgénero, aunque se estima que el 38 por ciento de los 1,2 millones de personas en Estados Unidos son mujeres elegibles para la droga.

De hecho, usando una combinación de los medicamentos disponibles, la hija con VIH positivo de Lopez recientemente dio a luz a un hijo que es negativo. Sin embargo, mientras la enfermedad ha desaparecido en gran medida del discurso público común, las mujeres de color con VIH positivo siguen en riesgo, y defensoras como Lopez, Graves-Cade, Shelton, Sweeting-Saud, y Gardner se encuentran a sí mismas dependiendo de sus propios relatos para añadir a la historia, y al entendimiento actual, del VIH/SIDA en Estados Unidos.

"Tengo mucho equipaje", dijo Lopez. "Uso la palabra equipaje, pero no lo veo como equipaje, es quien soy. Tú podrás tener muchos ataques en mi contra... Pero yo estoy aquí y yo importo".

Emma Russell https://ift.tt/2C1cu4V

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