Artículo publicado por VICE Colombia.
Hace muchos años conocí un extraño mundo que se llama FootFetish. Es un mundo que en principio no se entiende bien, pues en realidad, para los que no somos fetichistas de los pies, nos puede dejar ojipláticos que alguien se excite al ver nuestros pies descalzos y esté dispuestísimo a chuparlos la noche entera.
Más allá de si hay olor a pecueca o no, el fetichista de pies es un hombre que ha encontrado en el pie su objeto sexual de adoración. ¡Todo lo que tenga que ver con los pies le incumbe y lo arrastra a la excitación!
Un fetichista de pie suele ser súper observador de cómo tenemos los pies, si son grandes o pequeños, si están cuidados o si tienen juanetes, rozaduras o los dedos montados. Él se da cuenta de cada detalle y, lo que es más gracioso, es que él no se fija en las manos de las personas, o en su pelo. Cuando él conoce a una mujer, y te lo confiesa, se fija en cómo tiene los pies. De cumpleaños no te da una chaqueta, te regala una lima de pies y un esmalte. Y por Navidad llegará con unos tacones incomodísimos que sólo te pondrás cuando estés con él porque en la calle serían una tortura.
Tuve una pareja que era un fetichista de pies. Con él aprendí que, para un fetichista de pies, un tacón es el súmum de la belleza y una sandalia que deje ver los dedos tiene que quedar ajustada, ni grande ni pequeña, y sobre todo, jamás deben salirse los dedos de ella.
Los pies son revisados por ellos, por los fetichistas, desde todos los ángulos, y pagan por ver un por ver porno de FootFetish en donde un hombre madurito se entretiene por treinta minutos chupando todos los dedos del pie de ella, una mujer que le consiente la cabeza como si fuera un perrito lanoso.
El FootFetish es un palabra que se traduce al español como fetichismo del pie y que cuenta con seguidores en todo el mundo, su fetiche son los pies de las mujeres, uno de los fetiches más populares dentro de los hombres, y muy poco visto en mujeres. Los fetichistas de pies a veces hacen quedadas y van a sitios en los que pueden compartir sus debilidades y su forma de sentir una excitación sexual.
Una tarde de verano, hace unos dos años, terminé dando una charla en un sex festival europeo. Y, como tenía tiempo libre, me invitaron a un taller de FootFetish. Había unos allí hombres que se definieron como fetichistas y que querían vivir una taller práctico. A las mujeres que había allí nos preguntaron si queríamos participar, y como no tengo muchos reparos y mi curiosidad es más grande que mis límites, acepté.
Nos quitaron los zapatos y las medias a todas las asistentes, nos sentaron en unos asientos y trajeron a los ocho aspirantes. Yo sabía lo que iba a pasar, y creo que ellos también. Cada uno de ellos se acostó en el suelo frente a cada una de nosotras.
Nos preguntaron si podían adorarnos los pies y empezaron a chupárnoslos felices, mucho más felices que si estuvieran comiendo un helado. Mientras chupaban un pie, algunas mujeres, las más atrevidas, acariciaban con el otro pie a sus parejas y alguna vi que tenía puesto el pie en su pene durísimo. Yo solo dejé que me chuparan cada uno de mis dedos y, como sé lo serio que es esto para ellos, me aguanté la risa que me daba todo esto. Una vez que sabes qué se siente cuando te chupan el pie, aguantas el cosquilleo y llega un día en que te acostumbras a la sensación, pero he de decir que no te produce placer sexual como a ellos.
Después, en el taller, les dijeron que teníamos que ponernos de pie. Todos soñaban con este momento que se cuchicheaba, shhhh ¡vamos a hacer trampling!
El trampling es una actividad que entraña su riesgo, la mujer se sube encima del hombre y camina por todo su cuerpo, poniendo su pie en su cara, en su pecho, sus caderas o sus genitales. A mí esto de pisotear y caminar por encima de un completo desconocido me pareció raro, pero no me generaba ninguna excitación. Ellos, en cambio, tenían sus penes duros como rocas, y algunos con los ojos cerrados gemían de placer.
El más valiente de todos pidió que todas hiciéramos trampling sobre él, y allí nos subimos las ocho mujeres a cumplir sus deseos con algo de camaredería y risa que no podíamos contener, pues al no conocer quién era este hombre que nos esperaba con todo nuestro peso sobre él, terminó siendo una escena surreal.
Tarantino es un gran fetichista de pies, y esto se lo aprendí al que fuera mi pareja. Grandes momentos de su filmografía se han dedicado a pies y a tacones de vértigo, pues el tacón es el altar del pie que adoran.
Entre ellos se reconocen, se buscan y se apoyan buscando mujeres que se dejen adorar. Una vez que conocí ese mundo, más de quince veces me han buscado para pagarme y adorar mis pies en redes, algo que nunca he aceptado como negocio particular.
Sé que hay instragrammers que lo están haciendo y que literalmente se están haciendo de oro mostrando sus pies a fetichistas. Ellos piden fotos personalizadas y, como se trata de un fetiche, el dinero tiene otro valor aquí.
Es un negocio súper rentable, y si no, miren a Miss Scarlet Vixxen, que sólo a base de mostrar sus pies tiene 18.5 K seguidores, a quienes les manda las fotos que quieren y que gana dinero con los mensajes directos que le piden aumentar las fantasías de este mundo extraño del FootFetish porque en el sexo, nada es lo que parece.
Baranda Pons https://ift.tt/eA8V8J
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