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jueves, 6 de diciembre de 2018

Luego de 131 años, hoy Gimnasia puede salir campeón por primera vez en su historia

Artículo publicado por VICE Argentina

Hace 25 años que Gimnasia y Esgrima La Plata no juega una final. Solamente ese dato bastaría para cargar de valor el partido de esta noche, en el que el Lobo definirá la Copa Argentina con Rosario Central en Mendoza. Pero no es el único dato. La final de hoy es la tercera que disputa el club en 131 años de historia. Todavía queda más. La oración que explica la importancia de este partido: Gimnasia nunca fue campeón.

Nobleza obliga. En el torneo nacional de 1929 —un año antes que el fútbol se volviera profesional— el Lobo ganó el campeonato argentino. Y en el año 1994 se quedó con la Copa Centenario, un polémico torneo, con una estructura similar a la Copa Argentina, disputado por única vez y en el venció a River en la final. Entonces ¿por qué el mismo Gimnasia se machaca así mismo no tener títulos? Por la burocracia y los intereses que mueven al fútbol hace casi un siglo. Porque los campeonatos valen desde que se recibe plata por ganarlos —aunque, por ejemplo, Boca cuenta entre sus torneos los obtenidos en el amateurismo y nadie se los discute ni menosprecia—. Es esa especie de aceptación social futbolera la que hace que los mismos triperos —hinchas de Gimnasia— no hablen de esos dos campeonatos con la seguridad que, quizás, deberían hacerlo.


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Más plusvalía para esta final. Gimnasia adquirió el estigma de ser subcampeón cinco veces en los últimos 25 años. Algo que, en el fútbol de hoy, no representa un mérito. A veces, incluso, pareciera ser una deshonra y el principal motivo de las gastadas.

Esos son los números, ahora las sensaciones. En la previa del ¿partido más importante de sus vidas?, los hinchas del Lobo le contaron a VICE cómo lo viven.

Antonela, 30 años, empleada de comercio

Cuando Antonela quedó embarazada ya sabía cómo iba a llamar a su hijo: Juan Carmelo, el nombre del estadio de Gimnasia: Juan Carmelo Zerillo, El Bosque. “Jamás dudé de su nombre, era ése”, dice ella. “Es el lugar que más satisfacción me genera. Fue y es un lugar habitual en mi vida, lleva su nombre en honor a él”.

Antonela es parte de una generación de hinchas que se involucró en el club más allá del aliento y sin la necesidad de hacer política. Un grupo de sub 30 que dedica su tiempo a ayudar a la institución. Pibes y pibas que militan el sentido de pertenencia que tiene como símbolo a su estadio, donde Gimnasia estuvo unos cinco años sin poder jugar en él, un estadio que permaneció cerca de un década sin una tribuna —la platea Néstor Basile— y que tuvo en este grupo de hinchas el motor para su construcción, al punto de ser ellos los que recibieron los materiales para iniciar la obra.

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Valeria va a mirar el partido en La Plata, con su abuelo, que desde hace unos días está internado pero espera ansioso esta final. Valeria es hija de Walter, un hombre que luchó por la vuelta de Gimnasia al Bosque (el nombre que la hinchada le da al estadio Juan Carmelo Zerillo) y que falleció hace unos años en un accidente. Su padre fue un ejemplo para la generación de Valeria, hinchas que ven al club más allá del fútbol. “Es lindo saber que su entrega era recíproca, y que en vida recibió todo el cariño que después se exteriorizó aún más con su ausencia física”, cuenta Valeria. “Mi viejo fue un laburante, hizo todo lo que estaba a su alcance por Gimnasia. Disfrutaba de estar ahí. En el último tiempo su casa era el Bosque”.

Para Valeria “el Lobo es mi viejo, el barrio, lo social, lo intrínseco de una persona”. Después de intentar explicar qué es Gimnasia, imagina un futuro cercano. “Si ganamos va a explotar la ciudad, eso ya se sabe”, dice con deseo. “Pero, sin lugar a dudas, nada va a cambiar. Gimnasia es Gimnasia por su gente, y no hay resultado que perturbe nuestra identidad”.

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